He estado pensando mucho en cómo celebrar los 10k seguidores. Pero lo único que realmente quería era invitaros a todos y todas aquí, a mi casa. Este blog – esta telaraña de pensamientos – ha sido mi hogar durante los últimos 10 años, y finalmente poder invitarte aquí cada vez que quiero me hace feliz.
Sois muchos.
Eráis muchos ya a los 50, 678, 3.423 u 8.952. Y seguís creciendo y creciendo y creciendo. Sigo pensando un campo de césped con muchas sillas pequeñas, una para mí y otras 10.000 para ti. Esta imagen siempre ha estado conmigo, "esto no es solo un número, son 543 personas leyendo lo que escribo".
Pero luego, en el camino – lo admito – hubo momentos en que ese número… era solo un número.
Cuando escribo, escribo, escribo, pero IG no os muestra mi contenido porque prioriza las grandes cuentas. O cuando cientos de vosotros me preguntan en privado el mismo enlace al mismo artículo y tengo que copiarlo y pegarlo cientos de veces porque no tengo el swipe-up. Cuando quiero compartir con vosotros un artículo o un video que me hizo pensar, pero no lo hago porque "¿cómo puedo compartirlo fácilmente?".
En esos momentos, no éramos muchas sillas pequeñas, éramos un número, y ese número era frustrante, desmotivador. Me sacó una parte de mí que no me gusta, que no soy yo. En mi vida he aprendido a luchar contra lo que no me hace feliz, ya sea cambiándome a mí misma o cambiando las circunstancias. En este caso pensaba que tenía que cambiar las circunstancias, un poco como cuando me siento adicta al azúcar y elimino el azúcar durante meses.
Y luego apareciste vosotros y vosotras. Incluso quién nunca escribe, incluso quién me sigue en silencio, incluso quién ni sabía que existiera. No sé cuántos de vosotros y vosotras me escribisteis ayer, abrazándome virtualmente y mitigando mi frustración.
Pero sé una cosa. No quiero dejar esta comunidad en Instagram.
Instagram me ha dado mucho. Es donde comencé mi evolución personal y aprendí conceptos que me han cambiado enormemente: body positivity, disordered eating, gender discrimination, ableism, anti-racism (todos en inglés, lo sé, porque mi evolución siempre empieza de allí). En Instagram encontré amigas italianas que comparten mis valores y con las que ahora estoy en contacto por whatsapp – y esto hubiera sido difícil no solo porque yo vivía en España, sino también si hubiera vivido en un pequeño pueblo italiano.
No, 10k no cambia mi relación de amor y odio con Instagram. Pero cambia mi actitud, la devuelve a la forma en que era, cuando no me importaba crecer – si papara aquí, juro que sería feliz de todos modos. Porque esta es mi casa, estas páginas que estás leyendo, y ahora puedo invitarte cuando quiera.
A estos 10,000 🥂. Y tal vez un día realmente nos encontremos en un campo de césped (sin sillas, tráete un telo).
Eres super. Somos super. Gracias.