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Superar separación y lágrimas los primeros días de cole (tu niño no es el único a llorar)

Carlotta Cerri
Salva

Pensaba que Emily no habría tenido ningún problema en empezar la guardería. Aparte raras veces, ella siempre ha estado muy feliz con cualquier niñera, siempre me decía adiós y seguía jugando; en Canadá la dejé en un lugar nuevo con niñeras diferentes que no había visto antes, y nunca tuvo problemas. Pero no tomé en cuenta un factor: todas esas veces, ella estaba con Oliver.

Así que la historia se repite, y el primer día de guardería me quedó claro que tendré que pasar por otro proceso de adaptación duro, emotivamente desgarrador y agotador.

El segundo día, cuando la dejé en la escuela, aunque insegura, entró sin mí con Oliver y su guía Noelia; me despedí, ella me vio marcharme, y entró de todas formas (es una pequeña guerrera como su mamá). ¡Gran comienzo! Probablemente se hizo la fuerte hasta que tuvo que separarse de Oliver, pero cuando se dio cuenta de que estaba en una habitación llena de extraños y sin Oliver, tuvo un colapso y lloró casi todo el tiempo que estuvo allí. No la culpo.

En realidad, no culpo a nadie.

Mi primer pensamiento fue, “Si solo las guías la entretuvieran más con canciones y cachondeo; si solo la distrajeran con comida; si solo la cogieran en brazos; si solo la conocieran tan bien como la conozco yo” y todo el sinsentido que experimenta una madre emocional cuando sabe que su hijo no lo está pasando bien.

Mi segundo pensamiento fue, “Tal vez todavía no esté lista, tal vez esta sea su manera de decirme que necesita más tiempo en casa conmigo, tal vez debería escuchar a quien me dijo que empiece la guardería cuanto más tarde posible”, y todo el sinsentido que experimenta una madre emocional cuando sabe que su hijo no lo está pasando bien.

Mi tercer pensamiento fue: “Estoy siendo egoísta, puedo encontrar otros momentos y formas de trabajar sin tener que Emily sufra, mi blog no es tan importante como la felicidad de mis hijos, así que puedo sacrificarlo un poco más”, y todo el sinsentido que experimenta una madre emocional cuando sabe que su hijo no lo está pasando bien.

Mi siguiente pensamiento fue, “Carlotta, ¿qué estás diciendo? Has tomado esta decisión porque en tu corazón sientes que es la correcta, y dentro de ti sabías perfectamente que esto iba a pasar: es por eso que te ha salido un herpes en el labio y llevas noches durmiendo mal. Así que para de una vez:

  • No hay nada que las guías puedan hacer o decir para que sea más fácil para Emily, ella tendrá que pasar por lo mismo que Oliver. El cambio siempre es difícil, pero siempre es para mejor; 2. Ella está lista y en realidad lleva meses pidiendo nuevos estímulos. Esta separación sana y necesaria también ayudará a su obsesión contigo y con la teta; y 3. No eres egoísta, tu tiempo para ti es tan valioso como su felicidad, y tienes 100% derecho a él”, y todo el sentido que una madre emocional puede tener cuando se activa la racionalidad.

Algunos dicen que debes llevarles a la guardería lo antes posible si no quieres una lucha. Otros dicen después del año. Otros dicen definitivamente no entre 12 y 18 meses. Otros dicen que si no los has llevado antes de los 18 meses, hay que esperare hasta que cumplan los tres. O que siempre hay que esperar hasta que cumplan los tres. O que salten la guardería y vayan directo al colegio.

Nada de eso es cierto. La verdad es que a algunos niños les cuesta separarse de sus padres para comenzar la guardería o la escuela, a otros no. Lo he visto y escuchado todo, no importa lo pequeño o grande que sean los niños, cuanta costumbre tienen ​​al estar separados de su madre y padre, y lo introvertido o extrovertido que sean. He visto bebés y niños que entran felices, con una sonrisa desde el primer día sin ni un lagrima: pues sí, ¡existen! Pero más a menudo he escuchado de bebés de tan solo cuatro meses que lloraron durante semanas antes de establecerse. De niños de hasta cuatro años que tardaron meses en entrar felices en el colegio. Y de luchas a cualquier edad en el medio.

Cuando se trata de separación, no hay reglas. No hay edad ideal. No hay trucos o consejos para hacerlo más fácil. Nadie a quien criticarle. Nadie a quien asignar culpa. Solo tienes que elegir una escuela en la que confíes, sacar unos cojones, entregarle tu niño llorando a un extraño y saber en tu corazón que hará todo lo que pueda para que este proceso le sea menos difícil.

Dile adiós rápido, gírate, márchate sin mirar atrás, pasa por el pensamiento número 1, el pensamiento número 2 y el pensamiento número 3. Luego respira profundo y espera pacientemente que la racionalidad se active.

Esto también pasará.

PD. Suerte a todas las mamás que, como yo, están pasando por allí.

Algunos "trucos" que nos ayudan a superar la separación y las lágrimas:

  • Hablar de la escuela TODO EL TIEMPO en casa. Me parece que esto funcione bien especialmente antes de ir a dormir, cuando Emily se relaja en la teta.
  • Por la mañana, en el camino a la escuela, recuérdele lo que va a pasar en detalles (caminamos hasta la puerta, mamá te dirá adiós, le darás un gran abrazo y un beso a mamá, y luego entrarás, jugarás en el patio con los demás niños [nombres]…).
  • Pídele fotos a la escuela y muéstraselas en casa, nombrando a todos los niños y a las seños, y haciendo que se interese por lo que se ve en el ambiente.

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