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Nuestra perra se queda en Marbella mientras viajamos alrededor del mundo

Carlotta Cerri
Salva

Me crié con perros. Cuando cogimos a Colbie en 2009, ni por un segundo pensé que algún día la daría a otra familia. Sin embargo, ella era el único obstáculo entre nosotros y un increíble viaje de unos años alrededor del mundo, así que hemos decidido dejarla.

Podría seguir horas hablando de cómo se trata de una oportunidad única, de cómo se vive solo una vez, de cómo es ahora o nunca. Pero a pesar de que todo esto es cierto, la verdad es que somos egoístas: esta es también la única vida de Colbie, somos su familia y su familia la está abandonando. Eso es todo lo que ve ella.

Así que sí, merezco tu juicio y también me juzgo a mí misma. Me juzgo por no considerar mi amor por viajar cuando decidí coger un perro. Me juzgo a mí misma por no darme cuenta de que estaba cogiendo un perro mientras en realidad quería un niño. Me juzgo por no haberla amado igual después de que llegaron mis hijos. Me juzgo por haber dejado que la privación del sueño casi me convenciera a mandarla a Finlandia a vivir con el hermano de Alex.

Y ahora me juzgo por decidir poner mi vida por encima de la suya. Me juzgo porque decidir de dejarla para viajar por el mundo fue más simple de lo que pensaba. Me juzgo por pagarle a la nueva familia para que la cuide—porque realmente estoy pagando por tener la conciencia limpia.

Me juzgo por no ser la persona que pensé que era.

Pero también sí, quiero ser amable conmigo misma (y me gustaría que tú también lo seas) porque a pesar de que la decisión fue fácil, dejarla de verdad no lo es.

Colbie me ha forzado a salir de casa y hacer nuevos amigos en un momento difícil de mi vida. Tuvimos años increíbles con ella, paseó con nosotros, nadó en el mar con nosotros, celebró sus cumpleaños con “tartas” y velas con nosotros, jugó con nosotros, caminó miles de kilómetros con nosotros, vivió un mes en Barcelona con nosotros, fue de España a Italia y vuelta en coche con nosotros. Es parte de nuestra familia.

La hemos querido incondicionalmente y con locura, y por eso quería una familia que también la amará incondicionalmente y con locura. Y he tenido la suerte de encontrarla: Colbie se quedará con la familia que en los últimos años la ha cuidado cada vez que estábamos de viaje. Una familia que la conoce, con todo lo bueno y lo malo, y ha decidido acogerla de todos modos. Una familia que se mantendrá en contacto con nosotros y que podremos ver cada vez que regresemos. Una familia que se convertirá en parte de nuestra familia.

He tenido la suerte de no tener que ser una de esas personas que viven de arrepentimientos porque no pudieron tomar esa decisión incómoda; que conocen su verdad, pero tienen demasiado miedo de decirla en voz alta; que se quedan en algo porque es honorable, pero pasan el resto de su vida pensando “¡Maldita sea, debería haber…!”.

Así que sí, me juzgo, y no, no me gusta la yo que está dejando a Colbie. Pero cuando escribí recién que en 2018 aprendí a ser amable conmigo misma, decía con todas las versiones de mí. Especialmente con las que no me gustan y también con las que aún no conozco. Todos debemos aprender a ser amables con nosotros mismos.

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