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Una nota personal sobre las prioridades

Carlotta Cerri
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Esto va a formar parte de mi colección de notas personales, mi pensamientos a telaraña, esas escrituras espontáneas que comienzan como una frase en mi lista de tareas y 10 minutos más tarde son un “pensamiento” entero sin filtros, no editado que no siempre tiene sentido para los demás. Definitivamente mi tipo favorito de escritura.


No he compartido esto contigo, pero durante unas semanas (meses?) he pasado un momento difícil. No he sido yo misma, me he sentido muy estresada y no en control, abrumada por los compromisos más pequeños. He sonreído menos y me he enfadado más; he estado menos paciente y más nerviosa. No he tenido ganas de encontrarme con amigos, ni de ir a mis clases de baile, ni de trabajar en el blog—y esos son señales muy claras de que algo no está bien. Y cuanto más trataba de tragar estos sentimientos, de levantarme y reaccionar, de razonar conmigo misma (después de todo, tengo una vida maravillosa y soy consciente de ello!), más mis emociones se enredaban. A menudo jugaba con los niños y pensaba en el blog, o trabajaba en el blog y pensaba en jugar con los niños. Me sentía como mi vida si estuviera en piloto automático. Nunca vivía en el momento.

Fue entonces cuando supe que necesitaba dar un paso atrás y restablecer mis prioridades. Y aunque suena fácil en teoría, la práctica resultó ser muy complicada: como siempre, estaba dividida entre “puedo hacer” y “debería hacer”. Porque PUEDO hacerlo TODO—me lo he probado tantas veces. ¿Pero a qué costo? ¿Y en qué estado de ánimo? La verdadera pregunta es: ¿Debería hacerlo todo?

Necesitaba dar un cambio en mi vida. Así que desde una semana ni siquiera he intentado blogear durante el día (excepto en momentos casuales), no he intentado controlar las siestas de Emily, no he abierto mi ordenador por la noche si me sentía demasiado cansada, no he escrito artículos significativos, he dejado que los posts programados se auto publicaran solos sin comprobarlos antes, y no he terminado nada en mi lista de tareas sin fin. Por las noches, no me he forzado a ir a mis clases de baile (y por primera vez en 5 años, he decidido no participar en el show de fin de año). No he llevado a Oliver a jugar con amigos si no me apetecía de verdad. Ni siquiera he trabajado hasta tarde por la noche—a las 21:00 estaba en la cama para sacar el máximo provecho de cada poquito de sueño que podía conseguir. Pero sobre todo, no me he estresado por todas las cosas que no he podido hacer y todos los amigos que no he podido ver y todas los eventos de juego que nos hemos perdido y todas las entregas que no he cumplido.

En cambio, todas las tardes he jugado con Oliver y Emily y les he dedicado toda mi atención. Me he tomado el tiempo para hacer las tareas domésticas lentamente, disfrutando del proceso de cuidar a mi entorno (en lugar de enfocarme en cumplir con un deber). Me he sentado más en mi balcón y he mirado más al mar. He caminado más con mi perro. Incluso he soñado más con nuestros viajes futuros, que es algo que no hacía desde mucho tiempo—soñar es una herramienta poderosa para la felicidad.

Durante una semana entera me he sentido más feliz, así que no es sólo la coincidencia de un buen día. Y todo esto fue posible porque he aceptado. He respetado mis prioridades reales e innegables. He vivido más en el momento. He prestado más atención a lo que realmente importa—a mí misma, a mis hijos, a mi marido, a mi perro, a mi casa incluso. He estado más en contacto con mis emociones. He sonreído y reído más. Me he amado más.

Mi trabajo es una prioridad, por supuesto: Soy una persona ambiciosa y los logros personales (fuera de la empresa familiar ;-) me dan vida. Pero en este momento muy especial de mi vida, simplemente viene después de otras prioridades más grandes y más importantes, como ser feliz, pasar tiempo de calidad con mis hijos, vivir lentamente, amarme a mí misma, ser más atenta. Y como me lo puedo permitir tengo que aceptarlo porque me he dado cuento de que establecer las prioridades correctamente hace toda la diferencia en la crianza de los hijos.

Rewind. Reset. Play.

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