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Las cosas de la maternidad por las que no valía la pena preocuparse

Carlotta Cerri
Salva

Todos nos preocupamos por una cosa u otra, y cuando se trata de nuestros hijos la preocupación es amplificada por un millón.

Siempre he tenido la tendencia a ser un poco negativa y un poco pesimista (estoy segura de que mi marido se está riendo de ese ”un poco” ;-), que por lo general me lleva pensar y estrenarme µás de la cuenta—algo en que he estado trabajando muy duro para mejorar en los últimos 10 años. Y he mejorado, sin duda.

Pero cuando Oliver llegó a nuestras vidas, se hizo mucho más difícil mantener los niveles de estrés y la negatividad en jaque. Es emocionalmente agotador ser responsable de la vida de otra persona.

Si miro hacia atrás a estos últimos 19 meses con Oliver, sin embargo, me doy cuenta de que no valía la pena preocuparme de la mayoría de las cosas que me preocupaban en el momento. Y más, fue totalmente inútil preocuparse. Pero quizás sea verdad lo que muchos padres dicen: puedes aprender a no preocuparte solo cuando llega el segundo hijo.

Así que hoy quiero compartir contigo algunos de esos momentos (los que son más vividos en mi memoria) primero para mí—porque ponerlos por escrito me recuerda lo que me han enseñado—y también para ti—porque cuando hablo con otra mamás me doy cuenta de que todas nos preocupamos y estrenamos por cosas similares.

La vez que "Podré dar el pecho?"

Sí, la preocupación comenzó antes de que Oliver naciera. Se oye todo el tiempo, “No tenía suficiente leche”, “Mi leche no saciaba a mi bebé”, etc… Aunque mi matrona no paraba de repetir que todas las madres (excepto un porcentaje muy, muy bajo) tiene leche y cuanto mas das el pecho, cuanto más leche tienes, me preocupa que pudiera estar en ese pequeño porcentaje. Ha habido momentos duros (problemas de enganche, mastitis, dentición etc…), pero todavía hoy estoy dando el pecho a Oliver.

Capacidad de dar el pecho: no vale la pena preocuparse.

La vez que el cordón umbilical tardó más tiempo en caerse

Todos los amigos de Oliver lo habían perdido a los 4-5 días, mientras el cordón de Oliver tardó unos 10 días en caerse. Nos preocupamos (¿Estará infectado? ¿Tenemos que cubrirlo? ¿Tenemos que mantenerlo más seco/húmedo?), hasta que una mañana ya no estaba. Era todo normal, solo tardó más.

Los tiempos de la naturaleza: no vale la pena preocuparse.

La vez que pensé que tenía que dejar de amamantar a los cuatro meses

Siempre quise amamantar a Oliver cuanto más tiempo posible, pero cuando él tenía cuatro meses empezó con los dientes. Estaba desesperada: pensaba que sería demasiado doloroso y que tendría que parar de amamantar pronto. No sólo no me hacía daño, sino nunca he sentido los dientes en mis pechos (excepto recién que están más sensibles por el embarazo).

Lactancia materna y dentición: no vale la pena preocuparse.

La vez que Oliver tuvo fiebre alta durante dos días seguidos

Nunca tomamos medicamentos y tratamos de evitar los médicos cuanto más posible. Cuando Oliver tuvo su primera fiebre alta, sin embargo, después de un día una medio de fiebre a 39,5 °C y ningún otro síntoma, nos preocupamos y lo llevamos a dos (!) pediatras (uno privado y bastante caro). El día después, la fiebre desapareció y apareció una erupción cutánea (era roséola), que desapareció también a los dos días. Las siguientes veces que Oliver tuvo fiebre, diarrea, vómitos, resfriados, malestar general, tos… éramos más sabios y nos limitamos a esperar que pasaran. Y siempre han pasado solos.

Enfermedades comunes: no vale la pena preocuparse.

La vez que Oliver no sabía dormirse solo

Había leído que es muy importante que los bebés aprendan a dormirse por su cuenta, sin cogerle ne brazos, y queríamos que Oliver también lo aprendiera. Probamos varias técnicas y nada funcionaba, hasta que un día, varios meses después, él simplemente comenzó a hacerlo solo (no siempre, pero ahora sabemos que es capaz de hacerlo si quiere y le damos la oportunidad).

Hábitos de dormirse: no vale la pena preocuparse.

La(s) vez (veces) que Oliver no quería comer nada

La primera vez que Oliver se negó a comer durante semanas, me preocupé. Tratamos de averiguar todas las posibles razones, pero como no podíamos obligarlo a comer, nos limitamos a esperar (yo repitiéndome, “Es una fase!”). Volvió a comer cuando estuvo listo.

La primera vez que dejó de comer cualquier tipo de proteína (incluso sus huevos por la mañana), me preocupé. Empecé a ocultar la carne en cremas vegetales, que por supuesto alteraban el sabor así que ya no le gustaban tanto. Decidimos esperar y dejarle comer lo que quería. Volvió a comer carne cuando estuvo listo. Todo esto se repite de vez en cuando, pero ahora no nos preocupamos y nos lo tomamos mucho más relajado.

Cambios en los hábitos y fases de comer: no vale la pena preocuparse.

La(s) vez (veces) que Oliver no duerme por la noche

Cuando decidí de dejar de darle el pecho por la noche, Oliver pasó por una fase de dormir toda la noche seguida. La primera vez que dejó de dormir bien, me preocupé (y me molestaba, claro). Traté de buscar soluciones (boca arriba, boca abajo, más luz, menos luz, más cubierto, menos cubierto, a la cama más temprano, a la cama más tarde…), pero nada parecía volver a llevar la magia. Hasta que un día él sólo volvió a dormir toda la noche durante varios días. Esto también va en periodos, así que ahora estamos mucho más relajados (aunque no menos molestos) cuando lleva periodos sin dormir bien.

Cambios en hábitos y fases de dormir: no vale la pena preocuparse.

La vez que Oliver corría moviendo un solo brazo

Esto sucedió hace poco y puede que te parezca divertido. Durante mucho tiempo, Oliver estuvo moviendo un sólo brazo cuando corría. Normalmente, habríamos empezado con miles preguntas: ¿Es normal? Hay que preocuparse? Será un defecto motorio? Pero todos aquellos momentos de “no vale la pena preocuparse” algo nos han enseñado: así que ni siquiera nos preocupamos, esperamos y el “problema” se está solucionando solo.

• • •

Creo que lo que estoy tratando de decir es: los niños tienen sus propios tiempos y pasan por fases que son siempre e irremediablemente muy impredecibles. Pero con todas y cada una de estas fases la lección para mí es siempre una: es sólo una fase. Pensar y creer que es sólo una fase me permite evaluar el “problema” de manera más racional, preocuparme menos por lo que no puedo controlar y actuar con más calma cuando se me presenta una situación estresante. Si funciona para mí, tal vez funcione para ti también. Es sólo una fase!

¿Has tenido nunca uno de estos momento de “no vale la pena preocuparse”?

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