Los padres tenemos un súper poder: con nuestras palabras creamos y modelamos mecanismos mentales, positivos o negativos, que nuestros hijos llevarán consigo para siempre. Activamos o desactivamos la autoestima y la confianza en ellos mismos.
Hay dos palabras en particular que decimos con demasiada frecuencia: "muy bien". Estas simples palabras en realidad pesan mucho: 1. Hacen que los niños dependan de nuestra opinión/juicio, pronto comienzan a buscarlo cada vez que hacen algo; 2. Privan a los niños de experimentar emociones tal como las sienten (cada niño manifiesta las emociones de manera diferente: algunos guardan silencio, pero eso no significa que no sientan orgullo o satisfacción por dentro); 3. Motivan a los niños a hacer las cosas solo para conseguir un "muy bien" (su premio emocional) el lugar de hacerlas por el simple deseo de hacerlas.
Los niños no necesitan escuchar "muy bien" cuando hacen algo bueno: la satisfacción viene de adentro, de haber conseguido algo que querían hacer. La opinión de los padres no los hace sentir más orgullosos, solo crea la necesidad de conocer esa opinion.
Alternativas al "muy bien"
¿Qué digo si no digo "muy bien"? En realidad es muy simple.
Imaginemos que Emily haya escalado una pared en el parque de juegos. En lugar de "muy bien" puedo decir:
• "¡Lo hiciste!"
• "¿Estás feliz?" (¡El enfoque está en lo que siente ella, no en lo que siento yo!)
• "¿Cómo te hace sentir eso?"
• Describe lo que ves (con esto nunca te equivocas): "subiste la pared", "llegaste a la cima". Cuando dibuja algo: "dibujaste un sol". Cuando construye algo con Lego: "construiste un camión".
• Sonríe y no digas nada: nuestros hijos no necesitan que nosotros (ni nadie más) juzgamos/valoramos su trabajo, su éxito o su valor. La satisfacción viene de adentro, de poder tener éxito.
Este es un pequeño cambio que puede marcar una gran diferencia en la construcción de la autoestima y la confianza de nuestros hijos 💕