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Niños en el restaurante: recalibremos las expectativas

Carlotta Cerri
Salva

Me gustaría hablar un poco más de los NO que les decimos a nuestros hijos. De sus reacciones histéricas cuando los decimos.

Muchos NOs son producto de la forma en que nos criaron y, a menudo, los decimos porque creemos que nuestros hijos deben poder cumplir con las reglas de comportamiento decididas por una sociedad que premia la inmovilidad: cuanto más quieto y silencioso esté un niño, mejor es su comportamiento. Cuanto más se mueve y no puede controlar sus instintos (es decir, cuanto más es un niño normal), más los padres están a merced de los juicios y criticas. Esta mentalidad es un gran fracaso de nuestra sociedad. Yo decido no aceptarla.

El otro día estábamos en el restaurante y dos señoras me dijeron que hice "un excelente trabajo" como madre, porque Oliver y Emily estuvieron sentados a la mesa todo el tiempo, comieron y luego empezaron a dibujar tranquilamente en sus tabletas. Sonreí, pero me molestó, porque la gente es tan rápida para pensar y expresar un juicio positivo, como para pensar y (no) expresar uno negativo. Dije "gracias", pero si no hubiera estado cansada y si la música hubiera sido más baja, habría dicho lo que digo usualmente.

Que no siempre ha sido así y a veces todavía no lo es. Que mis hijos han pasado miles de horas en restaurantes: ya no es nuevo para ellos y la emoción no les impide que se comporten como se comportarían en casa. Que la sociedad debería reflexionar sobre lo que consideramos indicadores del buen comportamiento de los niños, porque estar callado y quieto definitivamente no es uno de ellos. Pero sobre todo habría dicho que los indicadores de mi éxito como madre son otros: que mis hijos se sientan tranquilos, escuchados, respetados, confiados… eso debería hacer sentir una madre exitosa.

¿Podemos evitar la lucha por el poder en el restaurante?

Imaginamos una escena en un restaurante. Un niño de 2.5 años corre alrededor de las mesas del restaurante, los padres dicen que no, el niño insiste, el padre lo sienta, el niño llora histéricamente. ¿Se podrían evitar la lucha por el poder y las lágrimas? Claro.

Eligiendo un restaurante adecuado, con zona de juegos, colores, juegos de mesa. En un lugar así, los padres no sienten la presión y es más probable que mantengan la calma.

Al recordar que es normal que los niños no quieran sentarse a la mesa, su naturaleza es actividad, no inmovilidad (aunque a la sociedad le guste el contrario).

Empezando por nuestro ejemplo en casa: si mientras comemos nos levantamos todo el tiempo para ir a buscar comida a la cocina, ¿cómo podemos pedirle a nuestros hijos que ellos se queden sentados?

Ofreciendo oportunidades para practicar esta habilidad: si nunca llevamos a nuestros hijos a un restaurante, no podemos esperar que mágicamente sepan cómo comportarse (tampoco si saben como comportarse en casa).

Ignorando los juicios de una sociedad que no entiende a los niños, pensando primero en las necesidades de nuestros niños y ofreciéndoles alternativas: "Puedes correr alrededor de NUESTRA mesa. Puedes meterte debajo de la mesa como si fuera un túnel"…

Involucrándoles y pasando tiempo con ellos durante la comida, leyendo un libro y jugando con ellos en lugar de hablar solo con nuestros amigos: si los padres no hemos elegido un restaurante para niños, no es culpa de nuestros hijos.

Saliendo con amigos que entienden todo esto, que apoyan, que ayudan: los amigos que dicen "a su edad, debería estar sentado a la mesa", a su edad deberían saber que juzgar a cualquiera (especialmente a un niño) mirando un evento singolo es incorrecto e irrespetuoso.

Entendiendo cuándo es el momento de irse y salir a caminar, sin guardar rencor, sin enojo, sin "siempre pasa lo mismo, nunca puedo disfrutar de una comida en paz": si nos esperamos que nuestros niños pequeños estén sentados a la mesa, estamos preparando a todos para el fracaso.

Cómo ayudar a los niños a triunfar en el restaurante

Esto no quiere decir que los niños no puedan aprender a sentarse a la mesa durante una comida: Oliver y Emily lo hacen la mayoría de las veces.

Si queremos que los niños tengan éxito, debemos darles las herramientas y las oportunidades para tener éxito:

  • Dejar que aprenden con sus tiempos y con naturaleza, sin NO innecesarios, sin castigos, sin amenazas: es un proceso, ¿porqué no hacerlo más agradable para todos?
  • Establecer expectativas correctas: si sabemos que a nuestros hijos les cuesta en un restaurante nuevo, lo único que podemos esperarnos es que necesitaremos darles más ayuda, amor y comprensión;
  • Elegir un restaurante kid-friendly, con juguetes, libros para niños o en la playa, donde las expectativas de los demás clientes también estén bien puestas;
  • Al principio, elegir siempre el mismo restaurante, lo que crea familiaridad tanto con la comida como con el ambiente: en cada lugar nuevo, los niños pequeños aprenden desde cero;
  • Mamá y papá se turnan: papá cuida de los niños la mitad del almuerzo y mamá la otra mitad. O mamá es responsable un día y papá el otro día: así, uno de los dos padres siempre está 100% presente para los amigos y el otro 100% presente para sus hijos;
  • Baja el volumen de tu voz interior que dice "todos te están mirando". Quien juzga a un padre de un niño pequeño que corre alrededor de las mesas no tiene nada de idea de cómo se desarrollan los niños. Esa opinion no nos interesa mucho;
  • Dejar que el niño aprenda con naturaleza está genial, pero también hay que ser respetuoso de los demás: todos los clientes tienen derecho a disfrutar de su comida. Si decidimos llevar a nuestros peques a un restaurante no apto para niños, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que no molesten a otros clientes, jugando con ellos y haciendo que la experiencia sea agradable para todos.

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