ene 18, 2016

Las mamás perfectas son imperfectas

Las mamás que convertimos Starbucks en un parque de juego para disfrutar de nuestro café…

Esta mañana, después dos noche difíciles (más de lo normal), un día de ayer muy largo, fisicamente y mentalmente agotador, Oliver ha decidido gritar como un loco mientras le cambiaba el pañal sucio. Simplemente porque no quería que le cambiara. Cuando esto pasa, yo hago una de las siguientes dos cosas: me callo y le cambio en silencio entre sus gritos, o le sigo hablando como si nada fuese.

Esta mañana, después de dos noches difíciles (más de lo normal), un día ayer muy largo y fisicamente y mentalmente agotador, un interminable cambio de pañal agobiante y ruidoso, mi marido ha decidido decirme—y lo escribo todo un una única frase para el efecto dramático—“Cuando estás cansada, hablas con Oliver con tono frustrado, no respetuoso. Deberías ser más paciente, no deberías pagarlo con él”.

Ahora, como podéis imaginar no me ha gustado nada y se lo he dicho muy claro. Pero soy yo o los hombres eligen siempre los momentos peores para contarnos lo que le pasa por la cabeza? Nivel de sensibilidad debajo cero.

Sin embargo, Alex tiene razón sobre algunas cosas. A veces pierdo la paciencia. Cuando no puedo más, digo cosas como “Oliver, no tienes razón alguna para llorar” con tono más frustrado (que quizás es lo que a Alex le parece irrespetuoso). Y pierdo el control más facilmente cuando estoy cansada.

Soy simplemente humana.

Claro, preferiría ser agua en todo momento—compuesta, calma y serena—pero no funciona así. No quiero quejarme, pero estar sola todo el día con tu bebé no es exactamente un paseo en el parque. A veces es difícil, tanto que esas veces necesito coger un respiro profundo antes de cogerle o hablarle. Y lo hago a menudo: he cogido más respiros profundos en los últimos 10 meses que en toda mi vida. Es la única manera que conozco para calmarme.

A mi marido le reconozco esto: él no está aquí para ver que mamá calma y maravillosa soy durante el día. No está aquí todas las veces que Oliver grita porque no le dejo jugar con la impresora y soy yo que tengo que enseñarle que no se llora por cosas así. No está aquí todas las veces que Oliver llora si me alejo durante un solo minuto (ansiedad por separación, aquí estamos!). No está aquí todas las veces que pongo a Oliver en la cama, me siento al ordenador para por fin hacer algo de trabajo y él se despierta. No está aquí todas las veces que Oliver se niega a comer y me siento pacientemente con él durante mucho tiempo. No está aquí cuando Oliver se despierta justo al comenzar una clase difícil y voy a cogerle con una sonrisa, a pesar de todo.

Así cuando dice deberías tener más paciencia lo de que habla es el 5% del tiempo que paso con Oliver. Y entiendo porque se siente en derecho de decir algo así: Oliver es su hijo también y soy yo que le cría durante el día. Así que sí, tendría que tener más paciencia. Y si fuese una mamá perfecta tendría más paciencia hasta en ese 5% del tiempo.

Pero la verdad es que las mamás perfectas no existen.

La mamás perfectas por como las he visto yo son las que pierden la paciencia y después piden perdón. Dicen cosas que no quieren y después explican porque dijeron lo que dijeron. Se sienten frustradas, pero consiguen calmarse en una fracción de segundo. Lloran en silencio cuando no pueden más, pero siguen jugando y sonriendo entre las lagrimas. Son comprensivas y pacientes, pero no exageres: te harán entender a veces hasta bruscamente cuando es demasiado. Hacen siempre la compra para que la nevera esté siempre llena, pero si no le apetece cocinar descongelan un trozo de pescado y “esto es lo que hay, si no te gusta no comas”. Dejan a los bebés jugar en el suelo no muy limpio de Starbucks para disfrutar de un café y una charla.

La mamás perfectas son, de hecho, imperfectas.

Y como sé esto, no habría tenido que enfadarme con Alex esta mañana. Porque cuando veo a los demás marido, si hay una cosa que no debería hacer es  quejarme de mi marido. Al fin y al cabo, hasta los maridos perfectos son imperfectos.

Como ves tú a las mamás perfectas? Cuéntamelo en los comentarios

Noelia

Te admiro. Cuando mi bebe tuvo trece meses decidí que necesitaba un poco de tiempo para mi. Para ordenar la casa, lavarme el pelo tranquilamente, dormir... sufrí mucho al dejarlo en la guardería sin tener una razón o por lo menos la válida para todo el mundo que es trabajar fuera de casa. Al final fue la mejor decisión que tomé, descanse y me recupere un poco y decidí empezar a trabajar por pocas horas unos meses para sentirme más yo además de madre. El tiempo de desconectar era perfecto para echarnos de menos mi pequeño y yo y pasar el resto del tiempo juntos con más ganas.

Carlotta

Noelia, eso me parece exactamente lo que haría una de esas mamás "perfectas" de que hablo en mi post! Hasta ahora no he tenido esa necesidad, pero sí que me tomo mi tiempo, voy a mis clases de baile por la noche y dejo a Oliver con el papi: salgo y egoisticamente ni miro atrás aunque Oliver esté más llorón, dejo que mi marido se busque la vida. Y cuando me sienta lista, con o sin razón, haré exactamente lo que hiciste tú. Gracias por compartir! Qué tengas buen jueves!

Amanda

Cuánta razón tienes Carlotta, yo creo que ese 5 por ciento lo tenemos todas y es inevitable no explotar en determinados momentos, cuidar a un bebé durante todo el día todos los días es una tarea digna de alabar.

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