Feliz medio cumpleaños, Oliver

Mi pequeño monito,

Hoy tienes seis meses y estaba a punto de escribir que has sido los mejores seis meses de toda mi vida. Pero te he prometido que nunca te mentiré y esa sería mentira. Ser padres no es fácil. Te cambia por completo, tu relación, como pensamos, como discutimos, como estamos juntos. Papá y yo hemos tenido nuestra prima conversación—de adultos, sin voces raras—tal vez hace un mes. Hemos tenido días buenos, días malos, días maravillosos y otros terribles. hemos reído, llorado, nos hemos preocupado, divertido, nos hemos vuelto locos. Ha sido una verdadera montaña rusa desde que llegaste tú.

Y si me dijeran que tengo que volver a vivirlo todo para seguir adelante, ¿lo haría? Los nueve meses, las últimas dos semanas interminables, las contracciones, ese dolor insoportable, el terror en mi cabeza el segundo antes que naciste, las noche largas, los días aún más largos, las crisis de nervios, las lagrimas de felicidad y todo lo demás.

Oh, sí. Volvería a empezar hoy mismo. Porque eres la persona más maravillosa que yo haya conocido nunca y se me llenan los ojos de lágrimas si pienso en lo increíble que eres y como increíblemente cambias cada día delante de nuestros ojos. Y ahora lo tengo muy claro. Papá y yo tendremos nuestras satisfacciones en la vida, pero tú serás para siempre nuestro mayor éxito.

Cuando te abrazamos por primera vez, pensábamos que te amábamos entonces. Ese amor no era ni la millonésima parte de lo que amamos hoy. Cuando sonríes, cuando te asustas y esa sonrisa se convierte en puchero y lágrimas, cuando te peleas con el sueño—sì, hasta entonces!—cuando ves algo que quieres y haces la boca a corazón, cuando te ríes a carcajadas porque papá… es papá!, cuando hablas con quien sabe quien, cuando miras quieto a la gente hablar, cuando te paras a estudiar el mundo.

Cada segundo de cada hora de cada día te queremos un poquito más.

Feliz medio cumpleaños, Oliver.